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Fluir entre deseos, detonar las fronteras identitarias

Fluir entre deseos, detonar las fronteras identitarias

La libertad no es elegir entre las opciones que nos da la colonialidad, sino tener el coraje y la osadía de poder cuestionar su propia oferta.

Geni Núñez

Generalmente cuando hablamos de sexualidad metemos en un mismo saco una serie de conceptos, ideas y categorías de las cuales muchas veces no tenemos suficiente claridad o no sabemos específicamente a qué refieren o qué significan. 

Cada día la sexualidad adquiere mayor relevancia en nuestras sociedades, pues cada día somos más conscientes de que la sexualidad moldea la manera en la que nos relacionamos. 

Si bien, la sexualidad abarca diversas manifestaciones que tienen que ver con cómo nos sentimos, lo que deseamos, y cómo nos relacionamos con nuestros propios cuerpos y con los de les otres, en sociedades represivas, es común que esta se viva de manera aislada, como algo íntimo e individual que mantenemos oculto o que solo compartimos con nuestros amantes.

Frente a esta idea individualista de la sexualidad, me parece que repensar y apalabrar las experiencias sexuales en compañía de amigues nos permite, no solo ampliar nuestras imaginaciones, posibilidades y conocimientos, sino sacar nuestras sexualidades del silencio y politizarlas en diálogo con otres. 

A partir de este deseo que apuesta por construir amistades políticas con quienes compartir caminos de liberación, para este artículo pude conversar con dos amigas feministas, Ixchel Solorzano de Guatemala y Sharling Hernández de Costa Rica, amigas con quienes 

(des)enredamos juntes algunos aprendizajes comunes y reflexiones sobre sexualidad.

Desenredando conceptos, comprendiendo diferencias

Una idea muy común es la idea de que lo “normal” o “natural” es que el sexo que nos asignan al nacer debe coincidir con la forma con la que nos identificamos, con cómo lucimos físicamente y con qué personas deseamos, desde una lógica heteronormativa que impone a la heterosexualidad como única sexualidad válida, normal y posible. 

Por ejemplo, si naces y te asignan con el sexo femenino, debes identificarte como mujer, tener una expresión de género femenina y deben gustarte los hombres. De lo contrario, eres clasificade como anormal, enferme o desviade, y sometide a violencias correctivas que incluyen la tortura y el exterminio. 

Desde la mirada de la investigadora guarani Geni Núñez, esta manera de entender los cuerpos, las identidades, los afectos y las sexualidades tiene que ver con la imposición del sistema de monocultivos que se impuso con la invasión europea, el cual, según la investigadora a través de la monocultura de la sexualidad, asigna la heterosexualidad como única forma de concebir los cuerpos, los afectos y las sexualidades, construyendo jerarquías y eliminando las diversidades (Malfrán, 2022). 

A partir de esta lógica binaria que se impuso en los territorios colonizados y que intentó exterminar otras formas de existencia en pueblos y culturas, como las personas Dos Espíritu en los pueblos de Norteamérica, Les Muxes en Juchitán, México o las Fa’afafine en Samoa, entre muchas otras. Hemos transitado hasta hoy a través de muchas categorías para nombrarnos, y es importante comprender que, desde el pensamiento occidental, algunas de ellas hacen referencia a nuestras identidades de género y otras a nuestras orientaciones sexuales. 

Las primeras tienen que ver con cómo nos percibimos a nosotres mismes y nuestros cuerpos, pues toda identidad tiene lugar en el cuerpo y todo cuerpo se moldea a partir de sus prácticas identitarias. 

En este sentido, para Ixchel, una mujer activista transexual de Guatemala, es importante entender la diferencia entre cuando hablamos de género y de identidad de género, ya que «la identidad de género es una forma de vida, como una se proyecta ante la gente y que es lo que una quiere que la gente vea. Cuando hablamos de género hablamos de una construcción política, social y cultural que ha sido una imposición desde nuestras formas de vida, culturas, y religiones.» (I. Solórzano, comunicación personal, 31 de agosto de 2022)

Dentro de la identidad de género, hay algunas categorías que resuenan cada vez más en nuestras sociedades, como transgénero y cisgénero. Las personas trans somos personas cuya identidad de género no corresponde al sexo asignado al nacer, algunas implementan el uso de hormonas o cirugías y otras no. Por el contrario, las personas cisgénero son las personas cuya identidad de género coincide con el sexo asignado al nacer y quienes han encarnado lo que es considerado normal y “natural” en nuestras sociedades. 

Ambas categorías occidentales, transgénero y cisgénero, que surgen del biopoder médico, en el presente, al ponerlas en uso en el lenguaje, nos ayudan a situar las experiencias identitarias de las personas, de maneras más horizontales para ir deconstruyendo la idea de normalidad que justifica el prejuicio y discriminación hacia las personas que históricamente hemos sido clasificadas como anormales. De acuerdo con Viviane Vergueiro (2015), “nombrar Cisgeneridad o nombrar hombres-Cis, mujeres-Cis en oposición a otros términos usados anteriormente como mujer biológica, hombres de verdad, hombre normal, hombre nacido hombre, mujer nacida mujer, etc. o sea el uso del término Cisgeneridad, Cis, puede permitir que miremos de otra forma, que disloquemos esa posición naturalizada de su jerarquía superior, jerarquía puesta en ese nivel superior en relación con las identidades Trans por ejemplo”.

Entre las identidades de género, también existen otras categorías no binaries o inconformes de género que implican un amplio espectro de identidades que no se identifican ni como hombres ni como mujeres. Es importante mencionar que hay algunas personas no binaries que se identifican en el espectro trans, pero hay otras que lo colocan como una identidad de género aparte.

Respecto a las orientaciones sexuales que hacen referencia a nuestro deseo sexoafectivo por otras personas, hay una amplia gama de categorías, algunas que son más locales y que parten de experiencias territoriales, comunitarias y barriales que pareciera que con la llegada de las agendas internacionales de derechos humanos, cada vez entran más en desuso y comienzan a desaparecer. Muchas de estas categorías locales tienen connotaciones peyorativas, frente a las cuales las personas se han apropiado de estas para desactivar el insulto (Butler, 1997), y usarlas para el reconocimiento social. Por ejemplo, personas que se nombran maricas, huecos, lenchas, machorras, etc.

Alimentar la fluidez, potenciar el deseo

Algunas de las categorías más usadas en la actualidad y que comienzan a ser familiares en sectores más amplios son diversidad sexual o personas LGBTI. Sin embargo, algunas de estas categorías comienzan a problematizarse y a transformarse, pues, por ejemplo, comúnmente cuando pensamos en lesbianas, entendemos dos mujeres cisgénero, con vulva. Pero también existen mujeres trans lesbianas. O cuando hablamos de hombres gay, pensamos en hombres cis con pene, pero también hay hombres trans gay. Estas formas de nombrar que se han determinado a partir de aspectos genitales, están mutando y frente a ellas están emergiendo y visibilizándose otras categorías para nombrar el deseo y la atracción sexoafectiva desde otros criterios, y también desde otros pueblos y cosmovisiones.  

Por ejemplo, la apuesta de la pansexualidad está tomando mucha potencia pues sus criterios ya no se determinan por los genitales o el género de la persona, sino por la atracción y química que pueda surgir. En este sentido Ixchel resalta que «la pansexualidad no tiene que ver con que me gusten todos los panes, es porque me gustan las personas sin importar su expresión de género, su orientación sexual o lo que tenga en medio de las piernas, entonces es desde ahí donde empiezo a identificarme como una mujer transexual y pansexual»

Hay una forma lineal o “coherencia” que es bastante heteronormativa en la que nos seguimos basando para entender las experiencias identitarias incluso desde las disidencias sexuales o de género. Es por ello que como señala Ixchel, «es importante que, dentro de nosotras mismas, las mujeres trans, podamos hablar de las diversidades que hay en nuestras sexualidades. Así como hay diversidades en nuestras identidades de género también hay en nuestras orientaciones y es importante ponerlo sobre la mesa porque también es parte de nuestros derechos sexuales y reproductivos» 

Por otra parte, desde las apuestas antirracistas y decoloniales, Geni Núñez señala lo absurdo del hecho de que «hoy la agenda euroamericana busca que 7 mil millones de personas en el mundo encajen en sus 5 opciones de sexualidades» (Núñez, 2020), señalando con ello la continua imposición de categorías universales para nombrar a las multiplicidades que somos, en conjugación con otras identidades étnico-raciales, de clase, de edad, entre otras, que también nos atraviesan.  

Otro de los aprendizajes que estamos cuestionando entorno a la sexualidad es la idea de que el deseo es y debe ser algo definido y estático que permanezca de la misma forma en el tiempo. En ese sentido, las siglas LGBT se convierten en cajitas de identidad bien definidas de las que no se desborda nada, en las que aparentemente no transitan deseos o afectividades fuera de sus propios límites, limites fijos y bien delimitados, como si se tratara de una frontera.  

Para Sharling, psicóloga cuir, soñadora y amor líbrense de Costa Rica, «es complejísimo hablar de que esta categoría de persona es la que me atrae, porque en esa categoría de persona hay un mundo de posibilidades (…) Me gusta pensar que esto sigue estando en creación constante, la sexualidad también es un proceso de descubrimiento continuo, nunca dejamos de aprender porque la sexualidad tiene que ver con como vos te vinculas con el mundo. (…) El creer que todo encaja en algo, con ciertas características definitorias específicas puede ser igual de limitante, que lo que nos han hecho hasta ahora los sistemas opresores» (S. Hernández, comunicación personal, 4 de septiembre de 2022)

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Bajo el efecto de esta lógica, a veces tendemos a tomar una identidad sexual y sostenerla incluso cuando pasa sobre nosotres mismes y nuestros deseos fluctuantes. Entonces estas categorías de identidad se vuelven opresivas, afectando incluso nuestra salud mental.

Me gusta pensar que, al fin y al cabo, todo mundo lo que quiere es poder amarse en libertad, con todas sus características, más allá de si encaja o no en una categoría.

Sharling Hernández

Acontecemos al estallido de una amplia gama de composiciones identitarias, corporales, políticas y sexuales. La revolución de los cuerpos parlantes (Preciado, 2002) que también repiensan el arsenal de palabras con las que cuentan para nombrarse en este mundo y sus implicaciones en la organización de los cuerpos, las relaciones y los afectos. 

Muchas personas muestran descontento ante la aparición o nuevos usos de palabras para nombrar identidades sexuales o de género, pero frente a ello es importante comprender que cada cultura, sociedad y período histórico tiene sus propias maneras de comprender el cuerpo, el género y la sexualidad y, por tanto, sus propias maneras de nombrarlas. 

La aparición y nuevos usos de conceptos y categorías forma parte del dinamismo propio del lenguaje y de la vida, así como «la existencia de personas de género disidente es una reforestación del monocultivo de género» (Núñez, 2020) y de la pluralidad de seres que habitamos este planeta.


Bibliografía

Nota: 

Butler, J. (1997). Lenguaje, poder e identidad. Madrid: Editorial Síntesis.

CIDH. (s.f.). Conceptos Básicos. Recuperado el 2022, de https://www.oas.org/es/cidh/multimedia/2015/violencia-lgbti/terminologia-lgbti.html

Malfrán, Y. (2022). En mi tiempo esas cosas no existían: Desmantelando el racismo, la transfobia y otros regímenes normativos derivados de la crononorma. Menos Foucault, Más Shakira; el delirio de las desobediencias. Círculo Permanente de Estudios Independientes.

Núñez, G. (6 de Octubre de 2020). Obtenido de https://www.instagram.com/p/CGBVtKqHR6P/

Preciado, B. (2002). Manifiesto Contra-sexual. Madrid: Opera Prima.

Vergueiro, V. (13 de Enero de 2015). Colonialidad y Cis-normatividad. (B. R. Guzmán, Entrevistador) Iberoamérica Social. Obtenido de https://iberoamericasocial.com/colonialidad-y-cis-normatividad-conversando-con-viviane-vergueiro/

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