“Reivindico mi deseo de existir,
fuera de la eterna norma
que me impone cómo deben de ser las cosas.
Reivindico este cuerpo,
que se descubre, se explora,
se comparte y se niega rotundamente
a vivir dentro del sistema,
porque el sistema duele, cansa, ata
y se come mis raíces.
Reivindico mi derecho a caminar
al lado de otras, que me permiten sonreír,
desde mis muertes pasadas, que no son pocas,
desde el dolor, el miedo y la rabia,
desde mis luchas y la lentitud de mis pasos…
Reivindico la permanencia,
no como acto de necesidad frente a todas mis carencias,
sino como un acto político de amor,
donde las historias, las voces, la teoría,
las risas, los abrazos y los vicios,
son la herramienta perfecta para iniciar a construir el mundo.
Reivindico la permanencia elegida
a los espacios, a las energías, a los contextos
y a las personas, como mi escuela más profunda…
Las reivindico hermanas,
por ser esencia, por resistir,
porque gritan, porque callan,
porque abrazan,
y porque también pueden negarse a hacerlo.”Reivindicación(Tomado del poemario Rebeldes)
¿Quiénes cuentan la historia? La historia siempre se cuenta desde la mirada del poder
A través de sus dinámicas de socialización, Centroamérica ha cimentado imaginarios culturales, a nivel de región, muchas veces violentos, que invalidan las voces e invisibilizan las experiencias de grupos en estado de vulnerabilidad, entre ellos, a mujeres trans.
Génesis Abaunza, mujer trans, activista y emprendedora nicaragüense comenta ante este escenario: “Nicaragua y Centroamérica entera, viven actualmente dentro de una serie de crisis acumuladas, lo que instala una situación de empobrecimiento, no solo económico sino también intelectual. Las mujeres trans, entonces, somos pobres y vivimos en países donde no tenemos oportunidad alguna de florecer”.
De este modo y frente a una perspectiva donde nuestros derechos pueden ser infringidos, y nuestras maneras de vivir a partir de lo trans se entienden como un atropello a los convencionalismos sociales, resulta necesario crear estrategias de acción y lucha comunitaria desde las diversas realidades que habitamos. Contar nuestras historias puede cambiarlo todo. ¡A mí personalmente me ha salvado la vida!
Sistematizar mis propias memorias se ha convertido en un acto visceral. Nace desde la digna rabia y me permite encontrar un punto de contención frente a la violencia que atraviesa mi cuerpo. Escribir sobre mi vida es entenderme fuera del papel de víctima que el sistema me impone y convertirme en una mujer sujeta de derechos consciente, que merece vivir de forma libre su identidad.
“A los ocho años decidí que quería ser escritora.
Jugando en el jardín de una casa colonial entendí,
que las memorias de una niña a la que forzaban a ser un niño,
merecían un lugar en el universo.”
En construcción
¿Cómo hacerlo? Para iniciar, es importante reconocer que habitar sociedades donde somos tratadas como lo otro, como aquello que no se nombra, coloca nuestros derechos en una situación de negación frente al poder, donde las garantías mínimas para asegurar una vida digna se convierten en privilegios inalcanzables. Esto nos plantea no sólo obstáculos más difíciles de superar, sino además, enfrentar niveles de violencia y discriminación brutales. Sarah García, activista trans, trabajadora sexual y abogada hondureña, hace referencia a “un panorama incierto”, cuando menciona: “En Honduras, para la sociedad y el poder, nosotras no existimos. Al no existir no hay derechos garantizados, ni siquiera aquellos necesarios para asegurar condiciones básicas de vida”.Para el feminismo “las memorias colectivas llaman a la documentación y reflexión profunda de experiencias personales y del movimiento”. Las memorias colectivas son entonces, bitácoras de nuestras luchas. Andrea Maché, escritora transfeminista salvadoreña y máster en conflicto, memoria y paz, nos dice al respecto: “Es importante cultivar la costumbre de documentar todo lo que nos sucede en la cotidianidad. Las memorias nos salvan, nos permiten conocer la historia de nuestro movimiento”. Frente a esto, Ashly Ledezma, artista transfeminista y socióloga guatemalteca agrega; “Ocupamos documentar todos nuestros logros y procesos para que así, otras nuevas generaciones de mujeres encuentren luz y construyan esperanza en su caminar personal y colectivo”.
Crear y ordenar las memorias de quienes formamos y damos vida al movimiento visibiliza nuestra potencia y la que guardan otras mujeres. Con ello se hace posible incidir de manera directa en la forma de pensar de la sociedad que habitamos y reconocer la diversidad de contextos, entornos e historias de vidas que nos atraviesan.
Además, es importante y necesario entender la sistematización de nuestras memorias como un acto político ligado a la sanación y al autocuidado, reconociendo su poder transformador. Todo proceso de creación es íntimo y profundo. Las memorias relatan las particularidades de una persona en momentos específicos. Surgen como una estrategia de resiliencia frente a la violencia que nos envuelve.
Personalmente, la producción de mis memorias me ha llevado a colectivizar mis duelos y miedos convirtiéndose en una herramienta de sanación. Desde la percepción de mi propia historia he logrado reconciliarme con el cuerpo que habito, entendiendo que no necesito caber en ningún estereotipo impuesto, recuperando así la coherencia entre mi pensar, decir y actuar. Ello ha hecho posible florecer en mí la compasión, la empatía y la sororidad hacia otros cuerpos desde el respeto profundo a su diversidad y experiencias. Escribir me facilita arrojar todos los miedos, dudas y dolores que me envuelven, liberándome y encontrándome conmigo misma.
“Soy solamente carne cruda caminando,
transitando, transgrediendo, transmutando.
Soy una revolución en proceso.
Soy átomos y partículas en movimiento,
Soy una rebelión empedernida,
desde los pies hasta el último de mis cabellos.”
Revolución
A vos, ¿Te gustaría crear tus propias memorias?, o mejor todavía, ¿quisieras compartir en colectivo tu experiencia para sanar, resistir y construir juntas?
Según Daniela Canté, activista trans, indígena y antropóloga guatemalteca es necesario conocer algunos pasos generales para ello:1. Preparación. Hace referencia a la sistematización de lo cotidiano. Aquí, todos los detalles importan: fechas, horas, nombres, sentimientos, avances o retrocesos. Documentar todo lo que vivimos es un trabajo cansado, física y emocionalmente. Lo mejor es hacerlo respetando nuestros propios tiempos.
2. Creación. Esta etapa se centra en el “mensaje”. La producción de memorias colectivas busca llevar un menaje claro y crítico; un mensaje que interpele directamente al poder pero nunca desde la violencia. Los lenguajes y formatos pueden ser variados. Recordemos que son muchos los sentimientos que mueven a las personas. Existen memorias producidas desde la digna rabia, el dolor, el miedo, la tristeza, la alegría, la ternura o la esperanza; y creadas en formatos escritos, orales, desde la música, el teatro o la ilustración.
3. Divulgación. Este punto se refiere a compartir tus mensajes con otras colectivas, amigas y aliadas, con quienes se puedan generar debates y reflexiones a fin de construir juntas herramientas de resiliencia para enfrentar la violencia, Acuerpadas en su fanzine titulado Combativas, escribe; “En los últimos años internet y las redes sociales, se han convertido en aliadas poderosas. Son espacios relacionados con la familia, las amistades, las conocidas, la calle y la sociedad en general. Internet y las redes sociales permiten encontrar oportunidades, intercambiar recursos, cubrir necesidades y poner en común nuestro ser social, nuestras formas de ser, pensar y vivir en colectividad. Los espacios digitales representan un campo de acción para escenificar demandas, que nos permiten lanzar mensajes, compartir información, generar opinión, fomentar el dialogo y la reflexión crítica, de forma segura e inmediata”. Hoy en día conectar con otras voces, historias, realidades y personas es mucho más sencillo desde la virtualidad.
En definitiva, nuestra historia es fuerte y potente. Es una historia de lucha, resiliencia y sanación dentro de una región que le permite al poder patriarcal disponer de nuestros cuerpos y genuinos deseos. Es una historia que merece ser contada. La producción y sistematización de nuestras memorias puede ser la afirmación para que nuestras hijas, sobrinas y nietas no deban enfrentar la violencia con la crudeza que nosotras la hemos vivido. Nos podría dar esto la seguridad de que no vamos a ser nunca más un número reflejado en el frío papel de un informe.
Si te interesa ver algunos ejemplos de memorias colectivas, podés visitar estos enlaces;https://www.instagram.com/p/CanVRRdPHYe/?igshid=YmMyMTA2M2Y=
https://www.instagram.com/p/Ca2ZHSSLICl/?igshid=YmMyMTA2M2Y=
https://www.instagram.com/p/CQ_cwgALSsS/?igshid=YmMyMTA2M2Y=
https://www.instagram.com/p/CATnLj1AQue/?igshid=YmMyMTA2M2Y=