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Acciones feministas ante la Covid-19: dos experiencias de Guatemala y Honduras

Acciones feministas ante la Covid-19: dos experiencias de Guatemala y Honduras

Confinamiento y aislamiento social, incremento de riesgo de violencia

Desde marzo de 2020 hasta la actualidad, la pandemia de la Covid-19 ha llevado a gran parte de los gobiernos en la región centroamericana a implementar restricciones ciudadanas como el aislamiento social, la transición a la virtualidad en el mundo laboral y el resguardo dentro de los hogares. “El quedarse en casa” no ha sido un lugar seguro sobre todo para las mujeres, niñas y adolescentes, ya que ha intensificado los riesgos de sufrir violencias diversas: intrafamiliar, sexual, económica, menstrual, doméstica, entre otras.

“Qué difícil es para nosotras las mujeres el hecho de estar en casa en pandemia porque toda la carga doméstica se aumentó; el trabajo laboral, el cuidado, todo recayó en las mujeres, y el placer, un tema tan invisibilizado, se vino a sumar porque vino a hacer mucho más difícil este espacio íntimo o privado de nosotras las mujeres porque teníamos que estar al cuidado de otras personas,” nos comparte Andrea Cruz, integrante de la colectiva feminista ‘Nosotras La Preferimos Sencilla’, quienes desde Honduras trabajan activamente los derechos sexuales, reproductivos y menstruales de las mujeres.  

Andrea también agrega que la violencia menstrual se expresó y se agudizó durante los dos primeros años de la pandemia. Las mujeres carecieron de acceso oportuno y de calidad a productos sanitarios y a formas de gestionar la eliminación de los desechos. No tuvieron acceso a educación sobre salud e higiene menstrual, que son parte de los derechos a la salud sexual y reproductiva de las mujeres.

Las violencias estructurales, detonantes de mayor vulnerabilidad en las mujeres

“Sabemos que la tasa de desempleo aumentó muchísimo. Muchas en sus hogares preferían comprar una libra de arroz, una media libra de frijoles, 20 lempiras de tortillas, que comprar toallas sanitarias y tampones. Aquí ya empezamos a ver nuestra vulneración de nuestros derechos humanos que se nos limita, pero no se ha visto desde el sistema de salud con aquella necesidad de realmente poner políticas públicas” – ‘Nosotras La Preferimos Sencilla’.

De hecho, las diferentes violencias estructurales que se viven en países como Honduras, por ejemplo, la corrupción y la falta de programas gubernamentales adecuados, vulnerabiliza aún más a las mujeres porque son ellas en su mayoría que carecen de acceso a servicios de salud, “Somos las que más nos contagiamos en la pandemia, somos las que más nos quedamos en casa haciendo aún más nuestras labores entonces por eso nosotras decidimos comenzar a hablar de estas temáticas,” sostiene Andrea.

Otro ejemplo de esta falta de previsión gubernamental que Andrea señala, es que, a pesar de la pandemia, en octubre del 2020, como resultado del paso de los huracanes Eta y Iota por Honduras, cientos de niñas, adolescentes y mujeres fueron confinadas en albergues de emergencia sin tomar en cuenta los riesgos de contagio y de abuso. Se vieron forzadas a convivir con abusadores, evidenciándose esto en el aumento de casos de abuso sexual en ese año. “A dos años de los estragos de la pandemia, en Honduras se han contagiado 414,714 personas y han fallecido alrededor de 10,812 según cifras oficiales. En Nicaragua, según los reportes que proporcionaron diversas organizaciones, redes y ciudadanía en general al Observatorio Ciudadano COVID-19, se acumularon 32,110 casos sospechosos y 5,988 personas fallecidas por COVID-19. Guatemala cuenta con las cifras más altas de muertes por Covid-19 en Centroamérica con 17,127 personas fallecidas, según cifras oficiales. En cambio, en Costa Rica sumaron un total de 809,131 casos de COVID-19 y 8,047 fallecidos“.

Ante la crisis humanitaria, demanda de derechos, innovación y alianzas

Es un hecho que la crisis humanitaria en Centroamérica se ha recrudecido muchísimo durante los últimos dos años de pandemia, es por ello que diversificar los apoyos hacia las mujeres y comunidades más vulnerables de parte de las organizaciones de mujeres y feministas y otras organizaciones de la sociedad civil ha sido clave. 

Foto cortesía de Leonardo Espinoza

“A partir de la pandemia nos vimos en la necesidad de implementar esta ayuda humanitaria por la forma como el gobierno de Guatemala estaba procediendo para la atención de la pandemia,” recuerda Maritza Velásquez, coordinadora de la ‘Asociación de Trabajadoras del Hogar a Domicilio y de Maquila Atrahdom en Guatemala, quiénes desde hace 13 años brindan acompañamiento jurídico a mujeres trabajadoras de sectores vulnerables.

Maritza señala que gestionar la ayuda humanitaria con diversos actores fue clave para enfrentar la crisis humanitaria y sanitaria que atravesaban las mujeres guatemaltecas. Por ejemplo, la búsqueda de alimentos la gestionaron con jóvenes universitarios en donde comenzaron a acopiar los primeros quintales de frijol y arroz y más tarde lograron obtener apoyo del UNFPA, quiénes les enviaban suministros de limpieza, jabón, shampoo y artículos íntimos de las mujeres. Al final lograron apoyar en entrega de alimentos, suministros de higiene y medicamentos a seis organizaciones que se encontraban en peores condiciones.

En este quehacer encontraron algunas anomalías en el levantamiento de la información de las mujeres en las comunidades. “Hubo instancias que se aprovecharon de la necesidad de las mujeres, nos sacaron listados y al final no nos dieron nada y en algunos casos obligaron a que las mujeres otorgaran permisos para usar su información, cosa que a mí me generó grandes problemas con la Dirección Municipal de la Mujer en la capital,” expresa Maritza.

De hecho, desde la colectividad, las guatemaltecas empezaron a utilizar los medios de comunicación como canal de denuncia sobre todo lo que estaba ocurriendo y nombrando funcionarios públicos responsables.

“Así es como hemos enfrentado la pandemia, haciendo denuncias, dando estrategias políticas a las compañeras para presionar a los alcaldes para que las incluyeran en los listados. Y fue cuando surgió el estudio que hicimos sobre las Afectaciones y Desigualdades de la COVID-19 en la vida de las Mujeres Trabajadoras en Guatemala, el cual, entre otras cosas, nos dio información necesaria para monitorear que el gobierno hizo más de diez bonos y entonces vimos que las mujeres fueron las menos favorecidas de los bonos,” sostiene Maritza.

Innovaciones en el mundo virtual

Andrea desde Honduras nos comparte que el compromiso que sostienen desde su colectiva para que cada niña, cada adolescente y cada mujer pueda reconocerse a sí misma como sujeta de derechos, las motivó a producir su propio podcast llamado ‘Nosotras La Preferimos Sencilla,’ Surgió en el primer año de pandemia, precisamente tras observar las múltiples violencias que atraviesan las mujeres en Honduras.

En este podcast abordaron temas de salud menstrual, relaciones de pareja, sexualidad, placer y derechos de las mujeres desde la mirada feminista. Entrevistaron a diversas expertas con quiénes también realizaron talleres virtuales sobre sexualidad y salud menstrual en niñas y mujeres jóvenes de las áreas urbanas y rurales en el contexto de la pandemia.  Desde la colectiva sostienen que las han escuchado aproximadamente en 15 países latinoamericanos y que las recuerdan por ser uno de los podcasts que nombró y posicionó cada uno de estos temas en Honduras durante el auge de la Covid-19. 

Andrea sostiene que “el tema de la virtualidad todavía sigue y posiblemente seguirá siendo un desafío sobre todo en nuestro contexto hondureño. Sin duda seguirá siendo un aprendizaje”.

Finalmente, desde Guatemala el compromiso de Maritza y su organización para continuar apoyando a decenas de mujeres en vulnerabilidad fue más que evidente. Incluso ganaron un concurso centroamericano como parte de las organizaciones que durante el contexto de la pandemia de la Covid-19 trabajaron, se reinventaron y resistieron. 

“Pues lo ganamos! No pudimos comprar las vacunas porque sólo los gobiernos están autorizados para tener acceso a las vacunas. Sin embargo, fue ahí donde nos empezamos a dar cuenta que no todas las mujeres estaban pensando en vacunarse, así que empezamos a invertir recursos humanos y logísticos en hacer foros, talleres virtuales y enviarles recargas telefónicas. Compramos un pequeño lote de celulares y también se les dieron a las mujeres tablets y computadoras laptop usadas para que las jóvenes siguieran estudiando y les dimos para que se conectaran. Y así era como empezaron a participar dos, tres o cuatro, se reunían hasta en un celular y empezamos a hablarles de las vacunas”. 

Maritza sostiene que los efectos de la Covid-19 en las vidas de las mujeres guatemaltecas aún prevalecen. Hay compañeras que continúan viviendo en el desempleo, carecen de condiciones para el teletrabajo, que no quieren vacunarse por temor, desconocimiento o falta de acceso a vacunas. Aún enfrentan condiciones generadas por la corrupción gubernamental durante la pandemia y la falta de continuidad de la cooperación en el financiamiento de proyectos de emprendimiento, sin embargo, no cuentan con capital semilla ni seguimiento.

Definitivamente son diversos los retos y desafíos en Centroamérica para todas las mujeres que resistimos y defendemos los derechos de las mujeres. Sin embargo, las acciones que hemos venido conociendo en estos dos años de pandemia por la Covid-19 nos alientan, nos motivan y nos mueven para seguir construyendo en comunidad otras formas de resistencia y resiliencia desde una perspectiva feminista y de derechos humanos, en donde podamos vivir libres de toda manifestación de violencia y discriminación.

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