Por: Concha Armas
“Ser migrante implica estar en un contexto donde en muchas ocasiones no reconocen tus derechos, por lo tanto la migración profundiza la crisis de derechos sexuales y reproductivos” -Sara García Gross
En Centroamérica, las violencias que vivimos las mujeres y personas migrantes, son múltiples. Nuestros países de origen son social y políticamente convulsos, mientras que la migración nos lleva a vivir situaciones de empobrecimiento, exclusión o racismo, todos estos factores afectan nuestro desarrollo integral y dificultan acceder a condiciones de vida digna y segura.
En esta realidad, toman fuerza historias como la de Medusa Butterfly, una travesti, trans no binaria, pansexual y artista hondureña, quien a sus 21 años migró a El Salvador, producto de la movilización forzada, sin documentos que comprobaran un estatus migratorio legal en el país, el nivel de vulneraciones a sus derechos aumento. En El Salvador, a pesar que el artículo 90 de la Constitución Política establece que son consideradas personas salvadoreñas las originarias de los demás países centroamericanos, en la práctica no es así, por lo tanto acceder a trabajo digno, programas de vivienda y atención médica integral es todo un reto.
Viviendo en un entorno tan restrictivo, Medusa cuenta; “Yo llegué a El Salvador el 19 de julio de 2024, migré forzosamente. En Hondnuras como artivista y defensora de derechos humanos me manifestaba en plazas y calles, para apropiarme del espacio publico, un día me llamó una amiga y me pidió que cerrara todas mis redes sociales, los medios de comunicación del pueblo donde vivía iniciaron a promover una campaña de odio contra mí, en redes sociales, yo tenía mucho miedo, todos los comentarios en las cuentas de Facebook y X de estos canales decian, “Busquemos al maricón y matesmolo”.
Barreras en el acceso a derechos sexuales y reproductivos frente a la migración
Para Medusa, la migración ha representado retos y obstáculos, el espacio, el dinero, y el desarraigo la han llevado a tomar decisiones importantes en su vida, “Cuando llegué a El Salvador, me ofrecieron apoyo para seguir estudiando, yo tenía que preocuparme por costear mi estancia en el país, como soy migrante, trans y no binaria, ninguna empresa quería trabajar conmigo, encontré una forma de mantenerme en la prostitución, ejercer el trabajo sexual sé que me expone a la violencia social y policial, además representa riesgos a la salud sexual, pero es lo único que puedo hacer actualmente.”

Ante esto, la Organización Internacional para la Migración (OIM) establece que “las mujeres y adolescentes salvadoreñas y hondureñas en desplazamiento, enfrentan riesgos elevados de violencia sexual, y falta de acceso a servicios de salud esenciales, producto de la desinformación, discriminación, estigmatización y limitaciones económicas.” (Organización Internacional para las Migraciones (OIM) & Universidad de Southampton, 2023)
Desde las palabras de Medusa, y su experiencia en el trabajo sexual, reconocemos también que en tema de acceso a derechos sexuales y reproductivos, el panorama de la región es grave y desalentador, Sara García Gross, activista femista, salvadoreña, explica: “La crisis de derechos humanos en Centroamérica es profunda, las dictaduras expulsan, violentan y destierran a ciudadanas y ciudadanos. Tres de los países de la región penalizan el aborto de manera absoluta; El Salvaodr, Honduras y Nicaragua, además los embarazos impuestos a adolescentes, las violaciones sexuales, la dificultad para acceder a información veraz y métodos de protección para nuestra salud sexual, siguen siendo parte de una realidad cotidiana que atraviesa nuestros cuerpos y la vida misma.”
Medusa reconoce que cuidar de sí misma, se convirtió en una necesidad de primer orden cuando inició a ejercer el trabajo sexual, “Siempre me he preocupado por mi salud sexual, desde que vivía en Honduras he estado en controles médicos, pero con el sexo servicio mi preocupación aumentó. Busqué referencias, llegé a una unidad médica y el proceso fue tedioso, me solicitaban muchos permisos, no creian que iba a permanecer en lel país, fue necesario hablar abiertamente con el personal médico, explicar mi condición de persona migrante, y como había iniciado el trabajo sexual producto de una necesidad de sobrevivencia.”
Servicios de salud sexual dignos y especializados
Afortunadamente Medusa, después de casi un año de vivir en El Salvador logró legalizar su estatus migratorio, “Yo solicité mi residencia temporal para poder continuar mis estudios, fue un proceso burocrático y muy tardado, pero actualmente estoy estudiando artes en la Universidad Nacional de El Salvador, con la residencia el proceso para acceder a servicios de salud sexual fue mucho más sencillo, incluso la violencia policíal en mi contra por ejercer trabajo sexual siendo migrante, disminuyó.”
Para Medusa Butterfly, obtener su documento de residencia le permitió acceder a condiciones más dignas de vida, e iniciar un tratamiento de cuidados sexuales y reproductivos especializado de acuerdo a sus necesidades, “Como una persona sexo servidora puedo acceder a chequeos y examenes de control cada 3 o 4 meses, atención médica integral, información en temas de derechos sexuales y reprodcutivos, y logré iniciar un tratamiento de Prep, un medicamento preventivo, para no contraer VIH si te encontras en un nivel mayor de riesgo, como lo es el trabajo sexual, así mismo en esta unidad médica obtengo condones y lubricantes.”
Estrategias:
Medusa reconoce, que durante todo este proceso de movilización forzada, una estrategia importante ha sido el acuerpamiento colectivo, “Yo mencioné que vivo en una casa drag, vivo con hermanas travestis, soy parte de un espacio que me hace sentir segura y me llena de esperanza, ellas me han ayudado a investigar sobre mi salud sexual, sobre organizaciones que puedan apoyarme”.
En este sentido, Sara García Gross también afirma, “Una herramienta clave en este momento, es la organización, si estamos en una situación de movilidad humana, de migración, de exilio, es fundamental seguir haciendo crecer nuestras redes de solidaridad feminista y transfronteriza, tejer con otras, investigar sobre organizaciones en nuestro país de acogida que luchan desde los feminismos, por los derechos sexuales y reproductivos.”
Desde su realidad y vivencias, Medusa también nos deja algunas estrategias que ella considera necesarias para vivir sexualidades plenas, gozosas y seguras, “Si sos una personas activamente sexual te recomiendo tener visitas programadas de control cada tres meses, es necesario tener conciencia que los contagios de ITS no solo pueden darse a través del sexo penetrativo, sino también por otras demostraciones eroticas o incluso por el uso de baños publicos contaminados. Les animo a escribirme a mi cuenta de instagram @medusa_butterfly para cualquier orientación que necesiten, recordá que la información es poder”.
Redes de apoyo en la región
En Centroamérica y México existen organizaciones que apoyan los derechos sexuales y reproductivos de personas migrantes:
- Transsalud-México
- Comunidad Amigable de Diversidad Independiente- Guatemala
- Colectiva Feminista para el Desarrollo Local- El Salvador
- Colectivo Alejandría- El Salvador
- Nosotras la preferimos sencilla- Honduras
- Yo no quiero ser violada- Honduras
- IRCA- Casa Abierta- Costa Rica
Abandonar nuestro país, para encontrar otros territorios más dignos que habitar es importante, en el camino, nuestras redes de apoyo y recibir información veraz es imprescindible. Los obstáculos de la migración son múltiples, y las intersecciones que nos atraviesan nos puedan llevarnos a vivir experiencias más violentas, recordá que los derechos sexuales y reproductivos no deberían ser un privilegio, son derechos humanos y urgentes.