Concha Armas
“Soy parte de esta gente,
soy parte de un grupo seguro donde todas nos abrazamos
y vendamos nuestras heridas.”
Las pocas, abril 2018.
En Centroamérica, las personas LGBTIQ viven una realidad profundamente marcada por la discriminación, la violencia y la exclusión. Según un informe realizado en 2023 por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en países como Honduras, El Salvador y Guatemala, las agresiones físicas, los crímenes de odio y las detenciones arbitrarias siguen siendo prácticas frecuentes, en muchos casos amparadas por la impunidad. (Comisión Interamericana de Derechos Humanos, 2023)
Frente a este contexto de violencia estructural, la organización colectiva se sostiene como una estrategia esencial de resistencia y transformación. A través de redes de apoyo, espacios artísticos y proyectos comunitarios las personas LGBTIQ logramos visibilizar luchas históricas, compartir estrategias de seguridad, exigir justicia, igualdad y condiciones de vida digna.
Dentro de esta dinámica organizativa, surge la Casa Drag Jause of Evangelistas. En un taller de drag impartido por Alexa Evangelista, madre y directora de la casa, se encuentran personas diversas, con la necesidad de creer y tejer una red de apoyo, en este sentido Hermano Coolero, mujer travesti y bisexual, integrante de la Casa drag Jause of Evangelistas, comparte, “Nos conocimos en un taller con Alexa, decidimos seguir en comunicación porque todas las personas en ese espacios creemos en la profesionalización del arte, fue entonces cuando decidimos colectivizar nuestras luchas y también los saberes, porque compartimos principios comunes de vida y nuestros deseo era y sigue siendo construir una comunidad, un espacio seguro donde podamos hacer arte con conciencia politica. Iniciamos reuniéndonos en nuestras casas, queríamos conocernos, establecer también acuerdos de convivencia muy claros, luego de eso ya iniciamos a preparar nuestros primeros shows, entre el maquillaje y la costura, aprendamos juntxs”.
La Casa Drag Jause of Evangelista, junto a Proyecto Ignis y Academia Manos que Hablan, son tres expresiones de la sociedad civil organizada en la región, que desde sus propuestas colectivas, apuestan por el acuerpamiento, la construcción de espacios seguro, la inclusión, y la incidencia a través de narrativas esperanzadoras que logren crear cambios sociales que nos permitan el desarrollo integral de nuestras identidades disidentes.
Franka Vaquerano, mujer pansexual e integrante de Proyecto Ignis, reflexiona sobre el colectivizar luchas como una necesidad latente; “Para mí es muy importante organizarnos y seguir tejiendo colectividad dentro de este contexto. Cada una de las luchas y las vulneraciones que nos atraviesan el cuerpo nos deberían hacer pensar que hay otras personas que también lo están viviendo, de este modo es importante reconocer nuestras luchas individuales, para transformarlas en apuestas colectivas, porque es así como nosotras, nosotres y nosotros podemos fortalecer las propuestas políticas de demanda y respeto hacia nuestros derechos, creando acciones de incidencia que nos permitan erradicar la discrminación que afecta el cuerpo-territorio”.
En esta misma línea, Hermano Coolero, quien además de ser integrante de la Casa Drag Jause of Evangelistas, es parte de la Academia Manos que hablan, acuerpa la postura de Franka al decir, “Para mí es importante organizarnos como colectivo LGBTIQ porque compartimos experiencias propias, lo que nos permite enriquecer nuestros procesos de incidencia y luchas”.
Para las personas LGBTIQ organizadas en la región, es claro que la colectividad a tomado un sentido que va mucho más del hecho del trabajo en equipo, en este contexto la colectividad se convierte en una red que sostiene la vida misma y que además es la respuesta frente a las agresiones y las múltiples crisis que vivimos.
Medusa Butterfly, migrante hondureña, trans no binaria, integrante de la casa drag Jause of Evangelistas explica, “Ser parte de un espacio organizado como lo es la casa drag, ha traído muchos cambios positivos en mi vida, ahora me siento acuerpada, no me siento sola, siento que tengo una familia, la Jause no solo es un espacio seguro de compartir, es también un refugio, para mí y para todas las personas que participamos y colaboramos en este proyecto, de esto se trata la colectividad”. Hno Coolero agrega, “Gestionar acciones colectivas con personas que vivimos experiencias disidentes, es un camino de aprendizaje, de construcción de espacios seguros. Ya recibimos mucho odio del mundo, la colectividad debe de ser amorosa, empática y compasiva”.
En una región como Centroamérica, también es importante resaltar el avance del autoritarismo y la instalación de dictaduras, en estos escenarios sostener los tejidos de trabajo colectivo se complica cada día más, los retos son múltiples y cada uno nos expone a vulneraciones y peligros propios.
En la región, la violencia es estructural, la vivimos en espacios públicos y privados, es parte de nuestra cotidianidad y es la base de muchas dinámicas sociales, solo por poner algunos ejemplos, en Guatemala se han reportado entre enero y mayo 5 asesinatos hacia personas LGBTIQ por expresar libremente su orientación sexual o identidad de género, (Aldana & Expediente Público, 2024), en El Salvador, se documentaron 451 vulneraciones contra derechos humanos a población disidentes, (Ponce & Revista la Brújula, 2025), a su vez en Honduras, entre enero y abril de 2025, se contabilizan 14 muertes violentas, (Gómez & Reportar sin miedo, 2025) y en Nicaragua, entre enero y abril de 2025 se reportan 13 agresiones, 5 crímenes de sodio y 1 desaparición, (Article 19, 2025).

A partir de esta realidad, compleja y aterradora, Franka nos deja saber cuales son algunos de los retos que afectan a las expresiones organizadas de personas LGBTIQ en la región; “Uno de los retos más importantes que vivimos como juventudes LGBTIQ organizadas en este contexto es la carencia de políticas públicas que nos acuerpen y garanticen el ejercicio oportuno de nuestros derechos como seres humanos. También nos enfrentamos a la censura y el cierre del espacio cívico en la región, esto nos ha llevado a enfrentar problemas serios y escasez de financiamiento para el trabajo que realizamos, pero también vemos coartados derechos como la libertad de asociación y expresión. Muchos países de la región han desarrollado leyes y acciones represivas contra la juventud en Centroamérica, esto sumado a otros factores que nos atraviesan como nuestra orientación sexual, identidad o expresión de género nos lleva a vivir mayores niveles de vulneración”.
Por su parte, Hermano Coolero, agrega; “En Centroamérica, los retos son múltiples, entre los principales que puedo mencionar está, el avance hacia el conservadurismo, vivimos un momento político tenso, donde los estados amparan el odio y la discrminación, promoviendo discursos que invalidan nuestras orientaciones sexuales, identidades y expresiones de género, creo que también es importante en este contexto ser críticas a lo interno de nuestros propios movimientos, dejar de romantizar los espacios y aprender de nuestros desaciertos para no volver a repetirlos”.
Enfrentar los retos que se presentan a diario, y que nos colocan en situaciones de inseguridades frente al poder que intenta establecer estándares para homogeneizar nuestras experiencias y formas de vida, negando por completo las existencias diversas, es complicado, sin embargo Franka reflexiona con nosotros sobre algunas estrategias importantes que le han permitido a Proyecto Ignis continuar imaginando acciones a favor de los derechos de las disidencias, “Para seguir trabajando en comunidad nos ha ayudado creer que realmente somos capaces de construir espacios seguros, trabajar desde la educación popular y el arte, confiar en la potencia de quienes acompañan nuestros espacios. El autocuidado ha tomado un enfoque central en nuestros debates, y confiamos en que debe de ser holístico, le apostamos a la construcción de estrategias de cuidados emocionales, físicos, digitales y espirituales, esto nos permite fortalecernos como equipo”.
Desde las colectividades, las personas LGBTIQ en Centroamérica no sólo gestamos luchas, también resistimos y nos sobreponemos a un panorama incierto, donde incluso nuestra vida es un derecho en discusión, en Centroamérica los grupos históricamente vulnerados, sobrevivimos a dinámicas crueles, que odian cualquier experiencia de vida que no quepa dentro de los modelos de la “normalidad”.
En una región donde ser LGBTIQ aún implica riesgos, seguir organizadas, alzar la voz y acompañarse mutuamente es una forma poderosa de resistencia. Cada acción colectiva, cada espacio seguro que se defiende o se crea, es un paso hacia la dignidad. Ante la censura, la violencia y los silencios impuestos, nuestras redes, afectos y luchas son la respuesta, Franka y Hermano Coolero nos hacen saber que no estamos solas, “Ustedes pueden crear su propio espacio seguro, en momentos de crisis no debemos estar solas, debemos crear comunidad, para caminar hacia la igualdad”.
Precisamente cuando la crisis y los contextos violentos parecen ahogarnos, la respuesta es estar juntxs, la colectividad nos salva, porque organizarnos no es simplemente trabajar para sostener nuestras luchas, la propuesta de organización comunitaria en centroamérica ha surgido también para tejer redes, vínculos, compañia, para construir espacios seguros donde ser, estar y permanecer, colectivizar nuestros miedos, dolores y dudas, nos permite encontrar soluciones, producir conocimientos y herramientas que nos permitan enfrentar el contexto. La invitación es permanecer unidos, cuidarnos y sostener nuestras vidas en comunidad.