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Mujeres y niñas indígenas lideran el cambio hacia la dignidad menstrual en Costa Rica.

Mujeres y niñas indígenas lideran el cambio hacia la dignidad menstrual en Costa Rica.

Por: Génesis R. Cruz

A unos 200 kilómetros al sur de San José, la capital de Costa Rica, se encuentra el territorio indígena Boruca, habitado por el pueblo brörán, muy conocido por su rica cultura artesanal, especialmente la elaboración de máscaras talladas en madera de balsa y teñidas con colores naturales. En este territorio viven Simone y Alessia Rojas Maroto, dos hermanas adolescentes indígenas que transformaron su perspectiva sobre la menstruación gracias al programa Niñas Sabias, iniciativa que busca empoderar a niñas indígenas y rurales mediante la educación menstrual, promoviendo la autonomía y el autocuidado en comunidades vulnerabilizadas de Costa Rica y México.

“Al principio, cuando recibí la información, fue un poco complicado porque era muy pequeña, pero poco a poco he aprendido y ahora sé un montón de cosas. Me ha servido demasiado saber sobre la menstruación y las toallas reutilizables; me siento más cómoda y segura”, comparte Simone.

La pobreza menstrual, una forma de violencia estructural

Las mujeres en situación de vulnerabilidad social, especialmente las indígenas, migrantes o racializadas, enfrentan enormes barreras para gestionar su menstruación. Estas dificultades reflejan y profundizan la violencia estructural que las atraviesa. En territorios rurales e indígenas, donde prevalecen las tasas más altas de pobreza, desigualdad y violencia sexual, las niñas y mujeres sufren una violación sistemática de sus derechos.

El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) enfatiza que la menstruación está intrínsecamente vinculada a la dignidad humana: “cuando las personas no pueden acceder a instalaciones de baño seguras y medios seguros y eficaces de manejo de la higiene menstrual, no pueden manejar su menstruación con dignidad”.

La falta de acceso a productos menstruales desechables agrava esta desigualdad.  El gasto en productos menstruales desechables puede representar hasta un 5% del ingreso de un hogar en situación de pobreza,. En Costa Rica, por ejemplo, según estimaciones de la Ley Menstruación y Justicia, aprobada en octubre de 2023, y basándose en los precios de 2020, las mujeres gastan más de medio millón de colones (alrededor de 1000 dólares) en toallas desechables a lo largo de su vida. En territorios muchos indígenas y campesinos el costo de los productos de higiene menstrual los convierte en inaccesibles para muchas mujeres y niñas, lo que provoca que muchas recurran a prácticas insalubres, exponiéndose a infecciones y afectando su salud, autoestima y educación.

Este fenómeno, conocido como pobreza menstrual, va más allá del acceso a productos. Incluye la falta de acceso a información, agua limpia y privacidad, lo que limita la participación social, educativa y laboral de las personas menstruantes. Como lo demuestra la investigación La Vida en Rojo (Alvarez & Loeza, 2021), la gestión menstrual no puede separarse de una concepción amplia de los derechos humanos, la dignidad y una vida plena.

Niñas sanas, seguras y sabias

En el 2017 se comenzó a impartir el programa de educación menstrual: Taller de las Niñas Sabias en la región de Chapala, Jalisco, Mexico, con el apoyo de la comunidad local. Para el 2019 mil niñas de diferentes escuelas primarias y secundarias en México se habían beneficiado con éste programa de alfabetismo corporal. 

La metodología de Niñas Sabias se basa en los mapas biológicos del cuerpo y los ciclos femeninos, y reconoce la importancia del contexto y la experiencia personal en el proceso de transmisión de conocimientos, por lo que se adapta a cada comunidad honrando su sabiduría y prácticas culturales. En octubre del 2021 la Asociación Voces Nuestras, Centro de Comunicación Educativa se convierte en  sede legal de Niñas Sabias para operar en Costa Rica y Centroamérica. A la fecha ya han sido beneficiadas 300 niñas, como Simone y Alessia, en territorios indígenas y rurales de Costa Rica gracias a dicha iniciativa. 

Lideresas indígenas como Fanny Reyes Ortiz, del pueblo brörán en Térraba, al sur de Costa Rica, son un ejemplo de cómo esta metodología fortalece a las comunidades desde adentro. Fanny es educadora menstrual de Niñas Sabias, pero además es integrante activa de la Red de Mujeres Rurales y ha trabajado incansablemente en la defensa de los derechos de las niñas y mujeres indígenas y campesinas, elevando una voz crítica frente a políticas que afectan sus derechos. Fanny está convencida de que la Menstruación Digna es un derecho que implica el acceso a Educación Menstrual Integral desde la infancia: “La información sobre nuestro periodo menstrual es un derecho, conocer nuestro cuerpo es un derecho, conocer nuestro ciclo menstrual es un derecho.” nos aseguró. 

Durante los talleres de niñas sabias, las niñas también aprenden sobre los productos de gestión menstrual y las alternativas de gestión menstrual sostenible como las toallas reutilizables de tela. Fanny considera que éstas alternativas son importantes en los territorios indígenas, porque muchas familias no cuentan con las condiciones socioeconómicas mínimas para menstruar en dignidad: “Las toallas reutilizables traen beneficios económicos. Por ejemplo: si compramos un paquete de toallas al mes, en 5 años significará más de ciento cincuenta mil colones (aproximadamente 300 dólares). En cambio las toallas femeninas reutilizables, tienen sólo una inversión de 15 mil colones (30 dólares) para un tiempo de 5 a 7 años. También utilizar las toallas de tela significa usar materiales orgánicos, que no tienen agroquímicos y eso va a beneficiar la salud de nuestro cuerpo y vamos a contaminar menos.” 

Al finalizar los 5 módulos de formación las niñas reciben un kit de gestión menstrual sostenible, que incluye toallas de tela reutilizables de alta calidad. 

Alessia Rojas Maroto es hermana de Simone, y recibió los talleres de Niñas Sabias cuando tenía 12 años. “Me gustó mucho. El principal beneficio con las toallas de tela fue tener mi flujo menstrual regular. Cuando pasé a las de tela, que son reutilizables, mi flujo menstrual al segundo mes se volvió más regular. Siento que es un gasto menos dentro del hogar y al igual que yo pueden usarlo cuando tengan su primera menstruación. Siento que es la primera opción por la que deberían optar. Por experiencia lo digo.” – nos dijo Alessia. 

Las toallas que recibió Alessia, fueron fabricadas por el emprendimiento indígena Incâ: Creaciones Maria Imelda, del Territorio Indígena Rey Curré. Su creadora, María Imelda Lázaro Estrada, considera que fabricar este tipo de productos es una manera de ayudar a muchas niñas y a muchas mujeres en estado de vulnerabilidad: “Ese trasfondo que tiene de ayuda, de un tema social y de ayudar a nuestra ecología, hizo que me llamara la atención y que viera en esto una oportunidad buena, primero para beneficio de todos, y por qué no, una oportunidad económica para trabajar en esto.”

Cada kit significa una solución reutilizable que disminuye significativamente la carga económica para las familias de éstas niñas, a la vez que reduce el impacto medioambiental. “Yo le diría a las muchachas y a las niñas que no tengan vergüenza, la menstruación es algo normal y que no les de pena utilizar estas toallas. La verdad son muy cómodas y no entran tantos químicos a tu cuerpo. La verdad yo las recomiendo demasiado.”- afirmó Simone sin titubear. 

Le preguntamos también a su hermana Alessia qué le diría a otras niñas sobre la educación menstrual, y ella nos comentó: “Es algo muy lleno de información, intenten tomarlo como su aprendizaje. Que no se sientan obligadas, esto no es una charla común y corriente acerca de la menstruación. Esto es divertido, aquí se pueden conocer a ellas mismas y aprender que ellas tienen un valor propio. Y que digan: Yo valgo, y me quiero cuidar por todas estas razones.”

El papel de los Estados: una deuda pendiente

A pesar de los esfuerzos de la sociedad civil, la menstruación digna sigue siendo un derecho humano pendiente en Centroamérica. El trabajo de las organizaciones y colectivos apuesta a reducir la pobreza menstrual a paso de hormiga y con presupuestos muy limitados. Pero lo cierto es que esta es una obligación que deberían estar cumpliendo los estados. La menstruación digna es un derecho humano que aún nos falta conquistar en todos los países de Centroamérica y los avances siguen siendo mínimos.

En Costa Rica, la Ley Nº 10424 obliga a impartir educación menstrual en las escuelas, pero carece de recursos y mecanismos para su implementación. En Guatemala, una propuesta legislativa para distribuir productos gratuitos y erradicar estigmas permanece estancada desde 2022.

La inacción estatal contrasta con la determinación de niñas como Simone, que hoy a sus 15 años nos comparte un mensaje inspirador: “Yo siento que es muy importante que nosotras las adolescentes sepamos cómo funciona nuestro cuerpo, ya que nos hace sentir más seguras, sabemos qué utilizar, qué hacer cuándo nos sentimos mal. Lo recomiendo demasiado, espero que la niñez se sienta muy segura, que aprendan sobre ésto y saquen provecho. Es muy importante saber sobre nuestro cuerpo.”- concluyó.

La dignidad menstrual no es solo una cuestión de acceso a agua potable y productos de higiene; es un compromiso con la justicia social, la equidad de género y el respeto por los derechos humanos. Mientras las organizaciones de la sociedad civil avanzan muy a pesar de las limitaciones, la deuda de los Estado sigue pendiente y es importante que asuman su responsabilidad de garantizar una gestión menstrual digna para todas las personas.

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