Escrito por Ang Azofeifa
Editado por Gabriela Paz López
Al momento de redacción de esta nota, las noticias a nivel mundial hacen un enorme revuelo porque una mujer cisgénero[1] algerina, Imane Khelif, ganó una pelea en menos de un minuto contra una mujer italiana en las Olimpiadas de París 2024.
La crítica que se le hace a Imane principalmente se equivoca en titular su inclusión en el boxeo olímpico como una admisión ligada a los derechos de las personas trans. Imane es una mujer cisgénero. Ella es una atleta que se identifica como mujer desde el sexo asignado al momento de nacer.
No obstante, lo cierto es que las Olimpiadas en París, tanto como el deporte a todos los niveles en el globo terráqueo, siguen demostrando una enorme pertinencia sobre la discusión y análisis del tema de inclusión y derechos humanos en el ámbito deportivo.
Al día de hoy, contades deportistas trans han ido abriendo la perspectiva general de género a nivel histórico, no sólo con su relato, sino también con su experiencia tan única. Por ello, nos ha parecido fundamental conversar con al menos tres personas trans en el campo del movimiento y el deporte en Centroamérica.
Este artículo que hoy les compartimos se centrará específicamente en los derechos de las personas trans en las distintas disciplinas deportivas. ¿Qué les parece si empezamos?
Las Olimpiadas en París 2024: Un panorama global de DDHH y exclusión deportiva
Celebrado como el mayor evento deportivo en el ranking a nivel mundial, este multideportivo olímpico es un encuentro internacional que se celebra cada cuatro años en alguna ciudad distinta alrededor del mundo. Estas competencias cuentan hoy con más de 155 atletas que se identifican como parte de la comunidad LGBTQIA+ con una paridad de género del 50% por primera vez en la historia. A pesar de esas realidades, la representación transgénero de forma ampliamente visible la carga casi en su totalidad une únique jugadore de la selección canadiense de fútbol.
Le futbolista Quinn se ha hecho bastante famose, especialmente tras su gane de una medalla de oro en las olimpiadas pasadas en Tokio. Ante esta circunstancia, nos preguntamos: ¿Qué pasa con les deportistas en nuestras latitudes?
Aranza Santos: Una jugadora de futbol menos en las canchas de alto rendimiento. La transfobia de quedar sin amparo a nivel legal.
Con 26 años, Aranza hoy es presidenta del Colectivo Alejandría de El Salvador y nos comparte que comenzó a jugar fútbol desde los dieciséis años al colarse en los entrenamientos de jugadores federadas en el municipio de Santo Tomás en la capital de San Salvador. Sin embargo, hoy también nos expresa que se le impidió avanzar en la práctica del deporte a nivel profesional con equipos femeninos debido a ser una mujer trans. Según nos cuenta, lo primero que le dicen otras personas al intentar practicar el deporte con equipos femeninos desde su transición, es que ellas tienen más fuerza o una ventaja sobre las mujeres cisgénero. A las mujeres trans les reclaman que no han dejado de ser hombres, nos cuenta.
Según ella ha comprobado, eso no tiene ningún fundamento. Nos lo dice con claridad. En la práctica, ha jugado fútbol con mujeres federadas que aplican las técnicas del deporte de forma limpia y son semejantes a ella en consistencia corporal, dedicación y propiamente en el deporte, nos explica.
Para Aranza, la regresión en el tema de los derechos humanos en El Salvador le ha cerrado las puertas en los equipos femeninos por una cuestión de lineamientos o porque la máxima entidad deportiva y olímpica de su país lo prohíbe. Nos cuenta de compañeras trans que se han dedicado a jugar de porteras en torneos o juegos comunitarios que recaen fuera de las regulaciones estatales, porque, además, es difícil exigir a una entidad gubernamental que les permita practicar una disciplina.
Al final, es una práctica que no pueden realizar sin discriminación ni estigma. Los insultos de las barras y aficionados con palabras peyorativas le hicieron entender que esta situación de violencia no va a parar hasta que el Estado garantice sus derechos por medio de leyes que les respalde.
Aranza no se queda sin compartirnos que Mara Gómez es su mayor referente a nivel global. La conoce como una excelente futbolista transgénero en el territorio suramericano que juega a nivel profesional.
Hoy, Aranza practica fútbol sola en el patio de su casa de vez en cuando y de forma meramente recreativa, lo cual, expresa, simplemente ya no es lo mismo que haberlo podido practicar a nivel profesional.
Competir en categorías de gente cisgénero con tal de hacer deporte: Una realidad más común de lo imaginable.
En los Juegos Olímpicos de este año realmente existen otras personas transgénero aparte de Quinn, como le atleta no binarie Nikki Hiltz y el boxeador filipino Hergie Bacyadan. ¿Por qué no escuchamos tanto de elles?
Como resultado de los lineamientos de la Comisión Olímpica Internacional (COI), estes atletas compiten en categorías cis; como, por ejemplo, la de mujeres. A Bacyadan, quien se identifica como un hombre trans, se le permitió competir contra mujeres cis en París porque no ha tomado testosterona ni le interesa la terapia hormonal. Hiltz, por el contrario, quien igualmente compite bajo la categoría de mujeres cis, ha dado declaraciones[2] sobre sus deseos de reconstruir su pecho, tomar testosterona o tener vello facial y ha aclarado cómo el deporte no le ha permitido tomar esos caminos por la exclusión que existe en términos del acceso de atletas trans en competencias olímpicas.
Rápidamente, podemos ver que, si bien hay y ha habido mayor y cierta representación de atletas trans en este evento mundial a lo largo de años recientes, algunes atletas trans pasan bajo el radar público, de cierta manera. Se contabilizan como identidades cis en categorías hechas para personas cisgénero. Esto es así en su gran mayoría dentro de las categorías de mujeres. Ciclismo es una de las pocas disciplinas que abrió la categoría masculina a atletas trans este año.
Por otro lado, es necesario visibilizar lo que no se dice bajo esos famosos conteos de inclusión. En estas Olimpiadas opera una exclusión activa de atletas en el trasfondo. Son atletas que bien podrían estar compitiendo si estuviesen sujetes a otras regulaciones, como, por ejemplo, la nadadora Lia Thomas, la ciclista de BMX Chelsea Wolfe (quien también calificó a Tokio anteriormente) y la senegalesa Halba Diouf. Los estatus de ciclismo, la World Aquatics y World Athletics, federaciones de ciclismo, natación y atletismo, respectivamente, le impidieron a Wolfe, Thomas y a Diouf competir en París este año.
Bajo este panorama, es notorio que aún resta mucho por lograr en la verdadera inclusión de identidades trans en los deportes.
Pero, ¿qué es lo que está pasando? Yendo al trasfondo de la discriminación de género en los deportes: Posturas deportivas transfóbicas en un ir y venir de opiniones polarizadas.
Esta lucha por la inclusión de las corporalidades trans en el deporte trasciende la polaridad tradicional de progresismo versus tradicionalismo. Nos enfrentamos a un profundo desconocimiento, bombardeo de leyes y políticas transfóbicas, discriminación y hostigamiento corpóreo. Adentrarse en el mundo de los deportes por parte de personas trans es toparse con un mar de opiniones sesgadas y polarizadas. Muchos argumentos, además, suelen justificarse con una supuesta lógica natural y social que, en realidad, opera desde la desinformación.
Hay quienes, siendo personas trans o no, defienden la segregación de corporalidades trans de diversas formas, conforme también hay quienes, por el contrario, apoyan la inclusión.
Por todo lo anterior, se vuelve tremendamente complicado dialogar o posicionarse firmemente ante este tema.
¿Cómo vivimos las personas trans en Centroamérica a pesar de estas normas y discusiones?
Tomemos como enorme ejemplo a Andy Coto Vargas, ex seleccionado nacional de taekwondo en Costa Rica. Hoy Andy trabaja como fisioterapeuta en su propia clínica familiar y también dirige su propia academia, la Academia Neo Do Taekwondo. Andy tiene diez años de haber abierto esta academia, la cual está afiliada a la Federación Costarricense de Taekwondo. Él practica taekwondo desde los once años y se retiró como atleta en el 2014.
Un punto clave que Andy nos deja es el pertinente recordatorio de que, fuera de los discursos biológicos de regulación hormonal y demás trámites políticos en el alto rendimiento, es necesario considerar lo mucho que el apoyo familiar, las circunstancias sociales, culturales y de acceso a oportunidades influyen en el desempeño de cualquier atleta; particularmente de atletas con una exclusión social tan elevada como las identidades trans.
Este taekwondoin atribuye mucho de sus logros a la ayuda y apoyo de su padre, quien también era karateca. Al hacerlo, nos recuerda lo fundamental que es el respeto y apoyo de la familia nuclear para poder abrirse oportunidades de crecimiento. Fue su papá quien le ayudó a nivel financiero, inclusive, con la compra de equipo y un costoso piso de taekwondo para su academia. Así pudo salir adelante con su negocio. De lo contrario, nos dice, en un negocio propio los ingresos no son suficientes para pagar alquiler y servicios durante el primer año.
Contrastando su propia historia, observa las circunstancias que caracterizan a muchos de sus amigos trans, quienes se vieron forzados a salir de casa en la adolescencia para conseguir trabajos que no permiten el mismo nivel de profesionalismo. “Desde cero y sin apoyo es muy difícil”, agrega.
En el proceso de nuestra conversación, Andy también nos cuenta de los privilegios que ha notado al ser tratado como hombre ahora en sus oficios. La confianza en su fuerza y capacidad es algo que, según nos cuenta, no habría sido tan sencillo de obtener de primera entrada para Nancy, el nombre muerto que nos comparte desde una amplia seguridad y apertura.
Sobre ser atleta para quienes no lo son: Consideraciones claves diversas.
Andy nos lleva a otro punto central. Ser atleta depende muchísimo en factores económicos, de apoyo en los entrenamientos, de disciplina, compromiso y numerosos esfuerzos. Esto es algo clave y que queda muy claro para quien sea que se adentre en el mundo del deporte de alto rendimiento, tanto a nivel amateur como profesional.
Es común notar que las opiniones de personas que se basan en discursos transfóbicos para la exclusión de cuerpes disidentes en los deportes suelen encontrarse lejos de los entrenamientos deportivos, especialmente aquellos con demandas mayores a las tres horas o unas cuantas sesiones semanales de forma recreativa o de mantenimiento.
Para quien se ha dedicado a una disciplina que demanda sesiones diarias dobles de entrenamiento, por ejemplo, es claro que importa el acceso a los implementos deportivos, la frecuencia con la cual se puede entrenar, con quién se hace y dónde se practica.
Es decir, el acceso a tecnologías de punta, implementos deportivos que en su mayoría son costosos, entrenadores con experiencia y formación con cuotas de remuneración elevadas, recintos o instalaciones deportivas de alta calidad, el tiempo para entrenar y su propia disciplina son variables críticas en el desempeño de cualquier deportista – trans o no.
Si bien la biología puede otorgar atributos de agilidad, destreza o manejo de ciertas facultades de ciertas formas en algunos aspectos de ciertas disciplinas, la entrega, el compromiso, la accesibilidad económica, los tiempos de disposición y muchos factores propiamente externos a aspectos genéticos entran en juego a la hora del desempeño competitivo. Incluso el nivel de manejo de emociones, de los pensamientos y la mente son cruciales diferenciadores en todo tipo de rendimiento deportivo.
A todo esto: ¿Quién decide qué se clasifica como deporte en las disciplinas de movimiento físico?
Luna Gutiérrez en Ciudad Sandino: La valentía de una mujer ante el mundo.
Finalmente, llegamos al último testimonio de una mujer trans centroamericana, la cual se caracteriza por una enorme valentía. Luna trabaja como instructora de zumba en Ciudad Sandino desde el 2017, tiempos no sólo prepandémicos, sino anteriores a su transición. Como la mayor guerrera trans en tiempos modernos, existe sin disculpa ni regresión como una mujer trans en un territorio plasmado con diversas violencias estructurales. Ella convive con una elevada y castrante heteronorma patriarcal en sus latitudes particulares.
Quienes van a sus clases son mayormente mujeres que pueden ver más allá de lo superficial para apreciar lo que ella les ofrece y el espacio seguro que les quiere proveer para que se puedan relajar. Parte de su trabajo intencionado es ayudar a liberar la carga emocional de la presión familiar y social alrededor de una belleza hegemónica. Lo hace así tanto como para liberar la presión de competencia entre cuerpos, la cual, afirma, también caracteriza a la zumba.
Sobre su contexto e historia, nos dice que la gente se incomoda al ver cuerpos que intentan ser femeninos con cierta masculinidad notoria. Sin embargo, a ella le gusta incomodar a la gente porque así se confirma que no encaja en una sociedad heteronormada. Jamás ha dejado de vestirse como le gusta y ser quien es.
Según Luna ha escuchado, a las mujeres no se les da fácil habitar estos espacios de zumba particularmente por una creencia popular de que sólo los “cochones” saben bailar. El mundo del baile se asume con un lugar de facilidad para hombres gays, nos cuenta. Sin ser hombre gay, no es tan sencillo practicar este tipo de movimiento, nos aclara.
También nos comparte que en espacios donde labora (los cuales incluyen un gimnasio, por ejemplo) inclusive se le ha pedido y recalcado en repetidas ocasiones que necesita tener un abdomen plano con piernas bellas a forma de una buena presentación del lugar para el cual trabaja. Se le recalca que su cuerpa encarna el objetivo al cual las mujeres quieren llegar como parte de ser facilitadora de este tipo de clase.
Sobre este último punto y en el contexto preciso de las actuales Olimpiadas, conviene cuestionarse esta necesidad social de regular las apariencias de todos los cuerpos, incluídos los de mujeres cisgénero como Imane. Imane no está sola, tampoco. Antes de ella vinieron Castor Semenya, Dutee Chand, Margaret Wambui, Annet Negesa e inclusive Serena Williams. Ilona Maher, por ejemplo, del equipo nacional estadounidense de mujeres en rugby, ha debido enfrentarse a insultos y categorizaciones fuera de su identidad de mujer cisgénero durante años debido meramente a la estética de su cuerpa.
Aparte de lo anterior, también cabe revisar por qué existe una persistencia de alimentarse de corporalidades trans, tales como las artistas drag que hicieron un espectáculo en la apertura de los Juegos Olímpicos, inclusive y especialmente en eventos internacionales de mayor rendimiento deportivo.
En un claro doble discurso de reconocimiento y necesidad de relación con cuerpes y arte disidente, hegemónicamente existe una constante tendencia, y necesidad inclusive, desde la comunicación mediática masiva de entrar en persistente relación con estas disidencias, así sea por medio la crítica destructiva o los espectáculos que constantemente tocan los límites de la religiosidad a manera de interacción.
Sin embargo, debajo de estas capas de enorme exposición y visibilidad, también existimos como mujeres resilientes, como Luna, trabajando desde el movimiento y la libertad del cuerpo por disminuir los efectos de una sociedad heteropatriarcal que no beneficia a la mayoría. ¿Por qué bailar hasta sudar y perder unos kilos no se considera un deporte?
Un concepto fundamental para no olvidar: El deporte es un derecho universal.
Antes de cerrar, quisiéramos recordar un aspecto primordial en esta discusión. Se refiere al derecho que tiene toda persona a ejercitarse. La práctica deportiva es un derecho humano. Los lineamientos que hoy anuncia el Comité Olímpico Internacional incluyen la noción primaria de que toda persona debe tener la posibilidad de practicar deporte sin discriminación de ningún tipo.
No obstante, nos encontramos en un enorme debate como especie y a nivel global que permite amplio cuestionamiento sobre la aplicación de principios tales como la equidad y justicia. Lo más desgarrante es saber que el constante cuestionamiento que se hace alrededor de corporalidades trans o de otros tipos en su acceso a los eventos deportivos se basa en el principio de acceso justo y equitativo. Los argumentos legales alrededor de estas nociones es una discusión técnica muy extensa.
Esperamos que baste dejar de reflexión en este artículo que el cuestionamiento de los derechos de inclusión en los deportes para personas trans tiene muchísimas más aristas de las que señala la común transfobia que regula los discursos heteronormados alrededor del desempeño deportivo de corporalidades disidentes.
Estudiar este campo es un ejercicio complejo, que demanda profundidad y se sabe incompleto en múltiples aspectos a niveles científicos e internacionales. Por ende, abrimos la posibilidad de velar como aliades por el disfrute, gozo, la inclusión y defensa de los derechos de las personas trans a ser quienes son, con amplia libertad y acceso a mover su cuerpo, desempeñarse deportivamente y, ¿por qué no? Seguir destacando a niveles competitivos alrededor del mundo.
[1] Cisgénero: Se refiere a una persona cuya identidad de género coincide con el sexo biológico que tradicionalmente se le asigna al nacer.
[2] https://www.independent.co.uk/sport/olympics/nikki-hiltz-transgender-non-binary-olympics-b2583812.html