La depresión también sonríe

Sandy Giyola Flores 

La depresión no siempre se nota: Muchas personas la enfrentan en silencio.  En este artículo te contamos cómo reconocer sus señales, qué hacer para acompañar sin juicios, cómo evitar errores comunes al apoyar y conocer alternativas de acompañamiento emocional desde la mirada de psicólogas hispanohablantes.

Hablar de depresión en este contexto no es solo un tema de salud mental: es un tema de cuidado colectivo, reconocer las señales, aprender a escuchar más allá de las palabras y acompañar sin juicios puede significar la diferencia entre el aislamiento y la esperanza. En una sociedad donde persiste el estigma y dónde pedir ayuda todavía se considera un signo de debilidad, poner la salud emocional en el centro se convierte en un acto de resistencia.

Depresión: un dolor con múltiples rostros

Hablar de depresión nunca es fácil, sobre todo porque no existe una sola forma de vivirla, desde la mirada de Emoción Sana,una organización conformada por psicólogas hispanohablantes, es fundamental comprender que cada existencia es única y que la historia personal no puede separarse del contexto social, cultural y familiar. “Cada existencia es única y es la que hay que comprender, sobre todo a partir de la propia historia y en el contexto donde se ha vivido ya que no se puede desvincular.”

La depresión no surge de la nada, es una red de experiencias, silencios y presiones que se acumulan hasta hacer sentir a la persona desconectada de sí misma. Hay que reconocer que la depresión no siempre se muestra como lo imaginamos, puede expresarse en apatía, aislamiento y cansancio extremo, pero también en una hiperactividad que confunde: “un frenesí por hacer y hacer para que nadie se dé cuenta de lo que le pasa y es una manera también de no estar en contacto consigo mismo”. 

La presión de “estar bien” siempre

En nuestras sociedades existe una fuerte presión por aparentar que todo está bien, la productividad, la competitividad y la búsqueda de una imagen perfecta dejan poco espacio para reconocer el estrés, la tristeza o el dolor, admitir fragilidad se interpreta, muchas veces, como un signo de fracaso. Así, muchas personas aprenden a silenciar lo que sienten y a disfrazar su sufrimiento con una sonrisa.

Emoción Sana, desde 2020 acompaña a personas de distintas realidades en procesos de autocuidado y salud emocional también reflexiona sobre la presión social de mostrarse bien en todo momento, “Lamentablemente, vivimos en un mundo global y exigente, donde nos sentimos presionados a tener una vida ideal, una familia ideal, un trabajo ideal en donde el lujo y la buena vida está a la orden del día”. 

Esa presión no solo proviene de los medios y las redes sociales, sino que también se reproduce en los espacios más cercanos, como la familia o el círculo de amistades. Muchas veces, frases como “tienes que estar bien” o “que más quieres si lo tienes todo” aunque nacen de la buena intención refuerzan la idea de que el dolor debe ocultarse y que sentir tristeza es un estado que hay que superar rápidamente. 

¿Cómo ayudar a alguien que atraviesa depresión? 

Para Emoción Sana, no está en dar soluciones rápidas ni frases motivacionales, sino en algo más simple y profundo: estar presentes.

“Lo que más nos ayuda es sentir que tenemos a alguien que simplemente nos escucha, con tiempo, sin juicio, con compasión y empatía. En vez de presionar o querer que hable sobre del tema, es simplemente acercarnos con respeto a la persona y que sienta la presencia, amorosa y empática. Esto ayuda mucho a comenzar a expresar cómo nos sentimos dando esos espacios de tiempo y de silencio.”

La escucha activa es la herramienta más poderosa, porque va más allá de simplemente oír lo que la otra persona dice, se trata de poner toda la atención en quien habla, sin interrupciones y validando sus emociones y mostrando interés genuino por lo que comparte implica escuchar con el corazón y con la mirada, estar presente con gestos, con el tono de voz y con la disposición de sostener lo que el otro necesita expresar.

Pequeños gestos de atención pueden marcar la diferencia y convertirse en un sostén real, como leer un libro juntos, escuchar música, cocinar o simplemente acompañar pueden ser formas de sostener sin necesidad de grandes discursos. 

Errores comunes al intentar ayudar

El deseo de apoyar puede llevar, muchas veces, a cometer errores. Uno de los más frecuentes es ofrecer consejos no solicitados o minimizar el dolor con frases como: “tienes salud, trabajo, casa, deberías estar agradecido”.

Otro error es bombardear a la persona con mensajes, actividades o exigencias que nosotros asumimos que son lo mejor para ellos, lo que termina saturando más su mente. También es común que las familias exijan bienestar inmediato o incluso amenacen con hospitalizaciones, lo que genera mayor presión y miedo. “Y un error bastante fuerte, es. cuando ya incluso amenazamos con llevar al psiquiátrico a la persona”. 

Frente a esto, la organización insiste en algo fundamental: el respeto es clave, acompañar no significa salvar ni imponer soluciones rápidas, sino sostener desde la empatía y la comprensión. Muchas veces, como familia o amistades, caemos en la tentación de querer “arreglar” la situación. Sin embargo, olvidamos que quien atraviesa la depresión está inmerso en un dolor tan profundo que le resulta difícil ver más allá de lo que siente en ese momento.

El momento de buscar ayuda profesional

Saber cuándo invitar a alguien a buscar ayuda profesional es delicado, la clave está en pedir permiso y hacerlo desde la sugerencia, nunca desde la presión. Saber cuándo invitar a alguien a buscar ayuda profesional es un asunto delicado y requiere mucha sensibilidad, forzar ese paso puede generar rechazo o hacer que la persona se cierre aún más, mientras que no sugerir nunca puede retrasar un apoyo que es necesario. 

“Después de haberla escuchado y pidiendo permiso, ponerlo como sugerencia porque sentimos que, según nuestro propio punto de vista, tal vez le podría ser de ayuda hablar con alguien más, que le pueda orientar a completar ese rompecabezas que está por ahí y que tal vez necesita colocarlo mejor”, explican. 

Se trata de transmitir a la persona que pedir ayuda no significa debilidad ni fracaso, sino un acto de valentía y autocuidado. A veces, basta con decir: “¿Te parece si hablamos con alguien que pueda orientarte mejor?” o “Quizás un profesional podría ayudarte a entender lo que estás viviendo”. Expresarlo como una sugerencia abre la puerta a que la persona lo considere sin sentir que se le está imponiendo una decisión.

“La escucha con empatía es la mejor manera de hacerle sentir a alguien que ahí estamos sin juicios, sin soluciones anticipadas. Ya solo el hecho de saber que nos pudimos desahogar con alguien de confianza es una liberación del momento porque es una descarga emocional de no sentirnos solos”. 

El trabajo de Emoción Sana es un recordatorio de que nadie debería enfrentar su dolor en soledad ni cargar en silencio con un sufrimiento que puede ser compartido. El acompañamiento emocional no se trata de soluciones mágicas ni de recetas universales, sino de esos pequeños gestos que devuelven la esperanza.

“Todas las personas pasamos por momentos difíciles: ansiedad, duelo, incertidumbre, crisis personales… Hablar de ello no solo alivia nuestro dolor, sino que también abre el camino hacia la comprensión y la sanación.“

Como contactar a Emoción Sana: www.emocionsana.org

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