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¿Quiénes están detrás de las terapias de conversión en Centroamérica?

¿Quiénes están detrás de las terapias de conversión en Centroamérica?

José tenía 13 años cuando comenzaron a inyectarle testosterona. Day fue sujetada por la fuerza en un ritual religioso. Sus testimonios desde El Salvador y Costa Rica  muestran el rostro de las terapias de conversión en la región. Las terapias de conversión no son tratamientos, sino torturas físicas y emocionales que buscan borrar la identidad LGBTIQ+. Conoce qué las hace tan violentas y por qué deben ser abolidas.

Por: Concha Armas

“Querían que odiara mi propio cuerpo, que lo sintiera como un error a corregir”. Escape del Asylum: Madeleine Roux

En 2025,  mientras la ciencia avanza y  los marcos internacionales de derechos humanos se consolidan, afirmando que la diversidad sexual y de género es una expresión de la condición humana, en Centroamérica persiste una realidad que afecta las vidas de muchas personas LGBTIQ+: las llamadas terapias de conversión. 

Las terapias de conversión constituyen una violación sistemática de derechos fundamentales, cobrando vidas, sueños y estabilidad psicoemocional bajo el disfraz de ayuda espiritual, psicológica o médica, se legitiman  a través de discursos conservadores y la negligencia de acción estatal frente a la protección de las vidas de personas disidentes , lo que perpetua la idea de  la heterosexualidad y el binarismo de género como la única forma posible de disfrutar vidas sexuales plenas. 

¿Qué son las terapias de conversión y por qué se consideran tortura?

Las terapias de conversión nacen de la falsa creencia que coloca a las orientaciones sexuales y las identidades disidentes como trastornos o enfermedades que deben curarse. “En la práctica, se trata de un conjunto variado de procedimientos cuyo objetivo es hacer que una persona reprima su orientación sexual, identidad o expresión de género para que encaje en lo que se considera normal por la sociedad”. (Sreenivas, 2024)

En Centroamérica, existen personas LGBTIQ+ que han experimentado este tipo de terapias en carne propia. José, un chico gay de El Salvador  las describe como: Procedimientos que buscan transformar la orientación sexual o identidad de las personas, para que sean lo que la religión o la cultura cree que es  plenamente correcto”. 

Day Villalobos persona cuir y género disidente de Costa Rica, plantea el término “tortura de conversión” y establece diferencias especificas entre  las terapias y las torturas de conversión: “La terapia de conversión es cualquier proceso de  reafirmación  que busca que una persona cambie, para entrar o calzar en los modelos (…) que impone la normatividad. (…)  Las terapias son graduales, mientras que los procesos de tortura de conversión son más violentos y buscan explícitamente que la persona confiese, declare y manifieste que sus acciones son incorrectas o correctas a partir de un proceso de coerción agresivo que puede ir desde la violencia psicológica, física,  sexual, económica o moral”. 

Para José la terapia de conversión inicio en su entorno familiar:  “Yo fui víctima de la terapia de conversión en el ambito religioso.  Mi papá es pastor de una iglesia importante en El Salvador,  él junto a otros pastores a mis trece años iniciaron a inyectarme testosterona, con apoyo de  personal médico, para ser exacto, me aplicaban mensualmente una inyección indicada cada tres meses. Además de las inyecciones me hacian orar durante horas, maltratándome, pegándome y haciéndome sentir psicológicamente mal por mi orientación sexual. En la iglesia no era solo yo la persona que sufría estas terapias de conversión, éramos cinco personas más”.

¿Cómo  funcionan las terapias y torturas de conversión?

Las terapias de conversión aparecen bajo la dinámica de ayuda, consejo o tratamiento médico. “La mayoría de los casos se concentran en tres ámbitos: el religioso, el familiar y el de profesionales de la salud”. (Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, Oficina de Enlace y Partenariado en México y Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminaciónde la Ciudad de México, 2020)

Es importante mencionar que estos procedimientos son realizados sin protocolos científicos ni consentimiento plenamente informado. Las historias de José y Day, explican esta realidad. “Yo he sido víctima personal de torturas de conversión por parte de una iglesia en Costa Rica, la Iglesia Centro de Avivamiento de la Cosecha, en el Cantón de San Ramón, en 2018. Esta iglesia hace encuentros cada seis meses para mujeres desde los 12 años. (…) Este espacio propone que las participantes sean liberadas de todo espíritu demoníaco, esto implica un proceso de liberación que es como son llamados los exorcismos según la iglesia evangélica pentecostal. Este proceso de exorcismo  puede ser por medio de la oración, la alabanza, o en mi caso fue por medio de la violencia. (…) La noche de un día sábado de junio de 2018 un grupo de mujeres me tomo por la fuerza para “liberarme”, sosteniéndome por las extremidades y la cabeza, mientras ellas gritaban juntas, en una sesión que puedo haber durado más de media hora, esperando que yo renunciara a mi orientación sexual e identidad de género, fue un proceso bastante violento que trato de no rememorar”.

A pesar que la American Psychological Association expresa que  “No existe evidencia científica que demuestre que la orientación sexual o la identidad de género puedan modificarse de forma sostenible”, las terapias o torturas de conversión toman fuerza a partir de la violencia presente en la región, Day explica al respecto: Las personas que llegamos a vivir torturas de conversión aceptamos este tipo de proceso sin denunciar, aisladas y resignada a la violencia porque nos han tratado tan mal a nivel sistemático que creemos que es normal que nos peguen, insulten, o maltraten por ser personas cuir”.  

Responsables claves de la violencia

Detrás de estas prácticas se encuentran varios grupos cuya influencia y poder en la región se extiende a entornos públicos y privados. José responsabiliza de toda la violencia vivida a personas cercanas a él: “Los responsables de todo lo que yo he vivido son mi papá, los pastores de la iglesia y  mi familia que odiaba la manera en la que yo expresaba mi orientación sexual”.

En cambio, para Day, este es un problema sistémico, que involucra a instituciones y actores sociales que se encuentran presentes en la vida de personas menores de edad: “Las torturas de conversión son supervisadas por los pastores generales de la Iglesia y por los pastores juveniles, pero esto es mucho más grande que ellos. (…) Vivimos en un sistema  homofóbico y  transfóbico que trata que las personas entren todas en una misma normativa. La experiencia que viví nos tiene que llevar a tratar de entender que toda entidad que tenga contacto con personas menores de edad y  que son encargadas de brindar información a la sociedad civil,  son quienes tienen que velar por prevenir, reducir, detectar y procesar todo tipo de violencia espiritual con fines de terapia o tortura de conversión”.

Consecuencias de las terapias y torturas de conversión

Alrededor del 70%  de las personas que han sido sometidas a estas prácticas desarrollan síntomas de trastorno de estrés postraumático, depresión severa y ansiedad crónica, dificultando así  la construcción de relaciones sanas y la realización de proyectos de vida.

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En los casos específicos de José y Day existen consecuencias muy variadas, José comparte: “Para mí fue muy difícil aceptar mi orientación sexual, hasta el día de hoy yo tengo miedo de expresarme y de sentir lo que siento. Producto de las inyecciones de testosterona las consecuencias en mi salud han sido variadas”.

“Administrar testosterona sin supervisión a menores de edad puede provocar cierre prematuro de las placas de crecimiento (estatura reducida), desarrollo sexual precoz (vello facial, voz grave, aumento genital), alteraciones metabólicas y cardiovasculares (hipertensión, resistencia a la insulina), daño hepático, trastornos psicológicos (irritabilidad, depresión, problemas de concentración), y posible pérdida de fertilidad por atrofia testicular y supresión de la espermatogénesis”. (Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, Oficina de Enlace y Partenariado en México y Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminaciónde la Ciudad de México, 2020)

Así mismo Day nos dice: “Yo aún tengo terrores nocturnos, me despierto gritando en la madrugada, hay momentos en que no puedo utilizar el transporte público o  estar en espacios públicos porque cuando suena música de alabanzas y adoración tengo miedo. Tengo miedo  de ser golpeada por la espalda, aún me hago pequeña cuando alguien levanta la mano para saludarme o para abrazarme, al día de hoy tengo muchísimos conflictos espirituales y no he vuelto entrar a la iglesia. Genuinamente  creo que yo sentí todo con el cuerpo porque no pude sentirlo con las emociones, no tengo las palabras para entender que me pasó, yo no sé que le pasó a mi cerebro.”

En palabras de Day: “Es importante seguir estudiando el tema porque al día de hoy no existen  suficientes estudios sociológicos, antropológicos o psicológicos, sobre cómo funciona, o cuáles son las afectaciones a corto plazo en las personas”. 

La esperanza está en la fuerza colectiva 

A pesar de la gravedad del panorama, la resistencia y la resiliencia de la comunidad LGBTIQ+ en Centroamérica demuestran que la esperanza no está perdida. Cada historia, cada espacio seguro que surge, ilumina el camino hacia la dignidad.

José narra: Para mí fue muy difícil aceptar mi orientación sexual y sobrevivir a la terapia, pero algo que me ayudó mucho fue convivir con más personas disidentes. (…) La primera vez que yo conviví con personas de la diversidad sexual fue en un encuentro organizado por AMATE, en El Salvador, allí conocí gente linda, veía que cada persona brillaba de maneras diversas,  sin miedo y eso me inspiró, me cuestioné: ¿Cuánto tiempo debo aguantar y esconder quién soy?, lo que yo viví no lo he superado plenamente, pero cuando nos rodeamos de personas diversas todo cambia, las perspectivas que tenemos de la vida cambian y estas personas nos ayudan, nos sostienen y nos dan la fuerza para seguir en el camino”.

Así mismo Day nos envía un llamado a la acción: “Involucrense en la lucha por la abolición de las torturas de conversión en sus territorios, todas las personas somos posibles víctimas, todas las personas somos vulnerables en cualquier momento de la vida, no hay nadie que pueda decir eso a mí no me va a pasar. Todas las personas podemos ser captadas por estos grupos.”

Sobrevivir a las terapias y torturas de conversión es muy complejo, es un proceso lento, doloroso y que puede tomar toda la vida. Day comenta:  “Creo que no hay ninguna estrategia que funcione para sobrevivir a la tortura, personalmente no he encontrado ninguna, así que quedo atenta a lo que otras personas puedan recomendar”, y quizá la respuesta este en la colectividad, es posible y necesario imaginar una Centroamérica donde las disidencias pueden vivir en libertad y no como una amenaza, aprender, informarnos y actuar colectivamente no es solo una opción, es la responsabilidad que tenemos con las generaciones que vienen y con quienes hoy buscan vivir sin miedo. 

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