La primera vez que Ana y Karen usaron redes sociales fue cuando tenían apenas 13 años. Para ellas una adolescente de 15 y otra de 18, a quienes protegeremos omitiendo sus nombres, internet era una promesa: una herramienta de estudio, un puente hacia amistades, un nuevo mundo por descubrir.
El Internet es un espacio donde las niñas y adolescentes se conectan, aprenden y crean, pero también un escenario donde la violencia digital se infiltra silenciosamente, amplía las desigualdades y pone en riesgo a las más jóvenes.
El acoso en entornos digitales se manifiesta en mensajes no deseados, grooming*, sextorsión*, amenazas y otras formas de violencia que muchas veces permanecen invisibilizadas. Estas agresiones son extensiones de las violencias estructurales que atraviesan nuestras sociedades y que, en el ciberespacio, encuentran nuevas formas de reproducción, amplificación y naturalización, amparadas en el anonimato, la viralización y la impunidad.
Según El informe niñas,niños y adolescentes en la internet. Global Kids Online Costa Rica 2023, las y los jóvenes entre 9 y 17 años enfrentan riesgos significativos al navegar. Las desigualdades digitales, especialmente en zonas rurales y entre distintos grupos de edad, limitan no solo el acceso seguro, sino también la posibilidad de contar con adultos capaces de orientar en el uso responsable y protector de la tecnología.
“Cuando instalé Facebook, lo único que escuché fue que no era adecuado para mi edad. Pero nadie me explicó por qué, ni qué podía pasar”, recuerda Ana. Esta falta de acompañamiento se entrelaza con lo que ONU Mujeres advierte en su informe Violencia Contra Mujeres y Niñas en el Espacio Digital: la violencia digital contra mujeres y niñas es una extensión de la violencia de género, con expresiones que van desde el acoso y la difamación, hasta la incitación a la violencia física.
Karen de 15 tuvo más advertencias: “Me hablaron de ventajas y desventajas, como el riesgo de que te roben la cuenta o mi identidad”. La educación digital, (cuando existe), suele llegar tarde, fragmentada o con un enfoque basado en el miedo y el control, más que en el ejercicio de derechos. Muchas veces sin supervisión de una persona adulta, más bien son las niñas y adolescentes ayudando a los padres.
El acoso digital que viven niñas y adolescentes en Centroamérica, es una problemática que crece al ritmo que crece la banda ancha pero que sigue envuelta en silencios y prejuicios.
El internet también es un campo de poder

En palabras de Luchadoras México, la Violencia Digital contra las mujeres son actos de violencia de género cometidos, instigados o agravados por el uso de las tecnologías, plataformas de redes sociales o el correo electrónico.”. Su tipología reconoce al menos trece formas distintas de agresión, recordándonos que el mundo virtual no es un espacio neutral: reproduce las mismas estructuras de poder y desigualdad que el mundo físico.
El problema no es la tecnología, sino las condiciones desiguales en las que se usa. Las niñas y adolescentes crecen en un internet que, lejos de ser un espacio libre y seguro, puede replicar y amplificar las violencias que enfrentan fuera de la pantalla. No basta con instalar filtros de contenido o restringir aplicaciones: se trata de garantizar derechos, fortalecer la autonomía y cambiar las narrativas culturales que justifican la violencia.
Lo que necesitamos cambiar
Para Ana, la solución empieza por la educación: “Educación digital temprana. Enseñar desde la escuela sobre derechos en internet, cómo protegernos de la violencia digital, qué hacer y dónde acudir si pasa algo. Y cambiar la cultura machista en lo digital, combatir ideas como: ‘las mujeres se lo buscaron por subir ciertas fotos’”.
Karen piensa que lo mejor es :“Promover educación y derechos digitales. La construcción de una presencia en línea lleva tiempo, y eso es importante recordarlo”.
Ambas coinciden en que las soluciones deben ser integrales: con escucha y sin prejuicios, alfabetización digital en escuelas y comunidades, y adultos que acompañen desde el respeto, no desde el control.
Si pudieran conversar con una niña que recién abre su perfil en una red social esto le aconsejarian:
Ana:“No compartas información personal como tu dirección o número de teléfono. No todas las personas en internet tienen buenas intenciones”.
Karen:“Si alguien te presiona para enviar fotos, guardar secretos o hablar en privado, es una alerta roja. Si te hacen sentir mal, eso también es violencia. Bloquea, denuncia, habla con alguien de confianza. Nuestro bienestar vale más que cualquier ‘like’”.
Escuchar sus experiencias es la clave para diseñar estrategias que realmente funcionen. La violencia digital no se resuelve solo con tecnología, sino con educación, equidad y un cambio profundo en las narrativas que sostienen el machismo.
La lucha por un internet libre de violencia es también la lucha por una sociedad más justa. Y en esa batalla, las niñas y adolescentes no son solo víctimas: son protagonistas y constructoras de un futuro digital donde la libertad no sea un riesgo, sino un derecho garantizado.
Grooming: Acoso sexual en línea donde un adulto manipula a un menor para obtener favores sexuales o material íntimo.
Sextorción: Extorsión con amenazas de difundir contenido sexual íntimo para obtener beneficios sexuales, económicos o de otro tipo.