¿Qué celebramos el 15 de septiembre si el traje típico y quienes lo portan no son respetados en la vida cotidiana?

Por Rosa Coquix – Comunicadora Comunitaria 

Guatemala cada 15 de septiembre se viste de azul y blanco. En las escuelas, desfiles, actos cívicos e instituciones se repite una práctica que a simple vista parece normal para las fechas patrias. La indumentaria maya, comúnmente conocida como “traje típico”, se presenta como símbolo de folclor nacional y de celebración patria. Pero detrás de esa festividad persiste una contradicción: se aplaude la vestimenta mientras se margina a quienes la portan. Este proceso de instrumentalización cultural refleja el racismo estructural hacia los pueblos originarios, pues reduce su valor con fines “patrióticos” o turísticos, transformándola en una forma de violencia simbólica que desvincula al tejido de su raíz espiritual, comunitaria y política.  Sin embargo, reconocer el traje típico como memoria viva es también abrir la puerta a un diálogo intercultural y a la dignidad de quienes lo tejen y lo portan.

Desde pequeña aprendí a guardar silencio ante la opresión, a no contradecir porque pareciera que nuestras palabras no tenían valor, esa herida no es individual es colectiva, es la experiencia de miles de niñas, jóvenes y mujeres de pueblos originarios que crecemos en un país que margina nuestra voz.  Un ejemplo claro es la instrumentalización de la indumentaria maya por el Instituto Guatemalteco de Turismo (INGUAT) donde utilizan la vestimenta con modelos seleccionados que tienen rasgos eurocéntricos, de piel más clara, que posan con huipiles como si fuera accesorio de moda, el mensaje es claro: Lo maya es bello, sólo cuando la indumentaria es utilizada en parámetros de “blancura” que la hace más atractiva para el mercado internacional. 

Lo que ignoran las instituciones o los ciudadanos guatemaltecos es que la indumentaria maya no es un simple “atuendo”, es memoria viva, cosmovisión y pertenencia comunitaria. Cada huipil, cada corte, cada reboso guarda significado vinculados al territorio, las energías de la naturaleza, al conocimiento familiar y sobre todo la lucha de cada pueblo que han resistido siglos de colonización, exclusión, discriminación y racismo. 

El problema no es el uso de la indumentaria en estas fechas patrias, sino el contexto sociopolítico y la intención, cuando se porta con conciencia y respeto “puede ser un puente de diálogo intercultural” y me pregunto: ¿de qué sirve que en los actos cívicos utilicen la indumentaria, si en simultáneo se despojan a comunidades de sus tierras y se criminaliza a quien defienden sus derechos? como el ejemplo de muchos líderes comunitarios, entre ellos, Luis Pacheco y Héctor Chaclán que siguen detenidos por defender la democracia en 2023.

Desde “la independencia” de 1821, Guatemala ha construido una narrativa que invisibiliza a los pueblos indígenas, se habla de libertad, pero esa libertad no fue pensada para los pueblos originarios. 

Lo digo desde la experiencia personal: he vivido el racismo y la discriminación en carne propia por hablar mi idioma Tz’utujil y por portar mi indumentaria. Mi identidad en este contexto es sinónimo de servidumbre para la gente ladino-mestiza, creen que mi idioma no tiene valor, que mi voz debe silenciarse o que las mujeres ladinas deben darme voz.  

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Cuando porto mi huipil, no es ponerme solo una prenda, es llevar mi identidad, memoria, dignidad y a mi familia porque mi mamá teje el lienzo, mi papá y mi hermana lo bordan. Transformarlo en una “pieza folclórica” para turistas es matar el conocimiento y espiritualidad que contiene. 

Entonces reflexiono:¿De qué sirve desfilar con indumentaria el 15 de septiembre? Si al día siguiente se discrimina a la niña que lo lleva puesto en su vida cotidiana. ¿De qué sirve proclamar que somos un país multicultural, si sigues burlándote del idioma materno del otro? ¿De qué sirve gritar libertad, si en la cárcel están los líderes indígenas? ¿De qué  sirve sentir fervor patrio si el “indio (a)” es la burla de tu día a día? ¿Doscientos cuatro años de qué festejamos? 

Las celebraciones patrias deberían ser una oportunidad para reflexionar: La indumentaria maya, es reconocer las luchas vivas de las comunidades que crean, la portan y la defienden.  La verdadera independencia se celebrará cuando quienes tejen, vivan con dignidad, con accesos a derechos y respeto a la identidad de lo contrario la indumentaria maya seguirá siendo una máscara decorativa.

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